LEGISLACIÓN VIGENTE PARA IDENTIFICACIÓN OBLIGATORIA DE EQUINOS:
El Real Decreto 1515/2009 de 2 de octubre,
por el que se establece un sistema de identificación y registro de los
animales de las especies equinas, adopta las medidas necesarias para la
aplicación efectiva del Reglamento (CE) Nº 504/2008, de 6 de junio de
2008 por el que se aplican las Directivas 90/426/CEE y 90/427/CEE en lo
que se refiere a los métodos de identificación de los équidos.
Esta normativa afecta a todos los équidos nacidos a partir del 1
de Julio de 2009, salvajes o domesticados, de cualquiera de las especies
del género Equus, y sus cruces: caballos, asnos, mulas, burdéganos,
cebras, tanto si son animales de razas puras, inscritos o registrados en
libros genealógicos (équidos registrados), como si no lo son (équidos
de crianza y renta)...
A priori, todo animal equino está destinado y autorizado para consumo humanoexcepto:
- Equinos no identificados.
- Equinos nacidosantes del 1 de julio de 2009, identificados después del 31 de diciembre de 2009, y que por tanto, en la Sección IX de su pasaporte indica "animal no destinado a consumo humano" (pues la legislación mencionada lo exige así en este caso).
- Equinos de cualquier edad que en su pasaporte el veterinario haya suscrito "animal no destinado a consumo humano" por aplicación de productos medicamentosos.
Lo que está ocurriendo, es que existe aún una gran cantidad de equinos sin identificación alguna (Motivo: dejadez de sus dueños), lo cual, inmediatamente, al identificarlos a esta fecha, los hace no aptos para consumo humano. A partir de aquí, cada uno que opine como considere más apropiado, pero está claro que este problema irá desapareciendo en pocos años y los équidos terminarán estando, prácticamente todos, identificados, como lo están los perros, vacas, ovejas, cabras, etc.
Centenares de caballos —y, por tanto, toneladas de carne— han sido
introducidos en el mercado de consumo español e incluso en el extranjero
al margen de los controles sanitarios obligatorios. Es lo que se
desprende de una investigación que durante meses ha llevado a cabo la
Guardia Civil y que culminó este jueves por la mañana con la detención
de cinco personas y con el registro de al menos ocho mataderos, además
de explotaciones ganaderas y empresas en nueve provincias (Valencia,
Asturias, A Coruña, Toledo, Ávila, Madrid, Valladolid, Zaragoza y Jaén).
El ministerio de Sanidad, que admitió desconocer el alcance de la
investigación —la causa está declarada secreta—, llamó a la calma. No
hay alerta sanitaria ni indicios de que la carne pueda ser perjudicial
para la salud. Según una portavoz, el hecho de que la carne sea
catalogada como “no apta” para el consumo humano no implica
necesariamente que sea perjudicial para la salud.
El entramado desarticulado compraba caballos, presuntamente, fuera de
los circuitos legales para dedicarlos al consumo humano. La procedencia
de los animales es variopinta, según fuentes de la investigación: desde
caballos de recreo que no han pasado los controles para el consumo
hasta animales robados de los que se desconoce su historial sanitario.
Los cinco detenidos se dedicaban a falsificar o modificar las cartillas
sanitarias que el animal debe tener en regla y que se deben presentar en
el matadero, según fuentes del caso. Los arrestados están acusados de
un delito contra la salud pública, falsedad documental y organización
criminal.
El tratante que ejercía presuntamente de cabecilla, Rafael H., lleva
años trabajando en el mundo del caballo, donde es muy conocido. Según
fuentes de su entorno, movía una cifra muy elevada de animales, tanto en
el ámbito nacional como internacional, donde posee numerosos contactos.
Junto a él ha sido detenido el propietario de la clínica equina
Bonança, Vicente Javier O., en el municipio valenciano de Museros. Tanto
el tratante como el veterinario están acusados de firmar de su puño y
letra cartillas falsificadas, según fuentes de la investigación. El
tratante dispone, además, de su propia cuadra con animales, justo al
lado de la clínica veterinaria que fue registrada por la Guardia Civil.
Aunque la cifra varía en función del peso del equino, los
investigadores calculan que la organización podía ganar unos 100 euros
por animal. En una sola operación, el principal detenido podía llegar a
mover un centenar de caballos, según fuentes judiciales, que apuntan a
que también traficaba con otros animales, como burros.
En Valencia, fue registrado además un matadero y una empresa de
distribución de carne de caballo. Los detenidos llevaban los equinos al
matadero, donde eran despiezados. La empresa cárnica, dedicada a la
distribución al por mayor, compraba después los animales y los
introducía en la cadena de consumo.
La Guardia Civil registró ocho mataderos, además de explotaciones
ganaderas y empresas (en total, 17 registros). El objetivo de los
investigadores es aclarar el papel de los mataderos y las compañías en
el entramado, y dilucidar si realmente eran conocedores del engaño o si,
por el contrario, pensaban que los caballos cumplían con todos los
requisitos.
La investigación lanzada este jueves es la continuación, en suelo español, de una red similar desarticulada el pasado diciembre
en el sur de Francia. Los gendarmes detuvieron a 21 personas por
falsificación de documentos. La trama compraba los animales a una
empresa farmacéutica que los había utilizado para experimentación y que,
al venderlos, ignoraba que iban a destinarse a consumo humano. La
Fiscalía de Marsella descartó entonces el riesgo sanitario.
Aquella operación salpicó a un matadero de Girona, que entregó a la
Guardia Civil diversa documentación. Y enlazó además con el tratante
Rafael H., que ya aparecía en algunas conversaciones. Por ese motivo, se
abrieron diligencias en el juzgado de instrucción 1 de Santa Coloma de
Farners, que ordenó escuchas telefónicas.
Está previsto que los detenidos declaren este viernes ante la Guardia
Civil. El operativo fue dirigido por la Policía Judicial de Cataluña,
en colaboración con el Seprona y con miembros de la gendarmería francesa
desplazados a Valencia, y contó además con la colaboración de
instituciones europeas.
En el último año la superficie destinada al cultivo ecológico en Euskadi ha crecido un 8%.
La cifra de productores alcanza los 389, y el objetivo del sector y el Gobierno Vasco es que se duplique en 2016
ALEXIS ALGABA | SAN SEBASTIÁN.
Estamos en primavera, la estación en la que posiblemente se puedan
obtener menos verduras y frutas de temporada, cuando más flores hay y, a
su vez, comienzan a plantarse las semillas para que broten en verano.
Apenas un puñado de verduras aparecen en la lista de productos de
temporada que Eneek, el Consejo de Agricultura y Alimentación Ecológica
de Euskadi, muestra en su página web. Arrancan los guisantes, las
habitas; finalizan la col y la lombarda y los ajetes frescos también
comienzan a escasear. Las fresas, frambuesas, cerezas y grosellas marcan
esta temporada de frutas. Pero la tierra ya está preparándose con
vistas a finales del verano y comienzos de otoño, para que el periodo
estival con su sol y sus lluvias ocasionales en nuestro territorio hagan
su trabajo y las huertas y campos se vistan de verde. Y cada vez son
más verdes, ya que la agricultura ecológica que hace unos años se
catalogaba como fenómeno, ahora ya se ha convertido en incipiente
cultura y saludable costumbre con un buen número de pequeños productores
haciendo de la huerta su forma de vida.
«En Euskadi, la agricultura ecológica tiene posibilidades de
crecimiento y el Gobierno Vasco busca incentivar este modelo de
producción», admite el viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política
Alimentaria del Gobierno Vasco, Bittor Oroz. Para conseguir ese
objetivo, el departamento trabaja de la mano de Eneek en la elaboración
del Plan de Fomento de la Agricultura Ecológica de Euskadi. El Ejecutivo
Vasco pretende que para 2016 se duplique el número de productores
ecológicos y el de hectáreas cultivadas. Una apuesta decidida, que junto
a otras políticas de fomento del primer sector puestas también en
marcha por Diputación y diversos ayuntamientos está ayudando a que el
número de productores vaya en aumento en los últimos años.
Sin ir más lejos, la cifra de operadores y la superficie destinada al
cultivo ecológico crecieron el pasado año un 8% en el País Vasco. Según
los datos de Eneek, el número de productores inscritos se situaba a
finales de 2013 en 389, una treintena más que a finales del curso
anterior. Bizkaia experimentó un crecimiento del 10%, Gipuzkoa del 8% y
Araba del 5%. De estos operadores, el 30% se ubican en Bizkaia, otro 30%
en Araba y un 40%, aproximadamente 150 productores, lo hacen en
Gipuzkoa.
Nerea y Amaia Arzuaga forman parte de este grupo de productores de
agricultura ecológica. Llevan apenas tres años con el mono de
productoras pero son firmes defensoras de la esta forma natural de
alimentación. «No creemos que alimentarse con productos ecológicos o
producirlos sea una moda, sino una necesidad de la sociedad», defienden.
En sus huertas e invernaderos de los caseríos de Intsusaran y Azpillaga
en Andoain siembran sin utilizar productos químicos y conservando el
carácter natural de la tierra, sin agredirla ni presionarla en exceso.
Muestra de ello es que en estos momentos sean escasas las verduras que
están para ser puestas en las cestas de los consumidores. Apenas unos
guisantes, unos ajetes, lechugas y alguna coliflor están listas para
recoger. «Esta época es bonita para ver, por las flores que pueblan las
plantas, pero a nosotras nos toca plantar ya las verduras para verano y
otoño», apunta Nerea.
Ahora ya están sembrando calabaza, pimiento, tomate, zanahoria o
patata para que la tierra comience a hacer su trabajo. Ellas han
aprendido a hacerlo desde pequeñas aunque también han participado en
cursillos de producción «en los que se enseñaba la producción
convencional y no la ecológica que es lo que queríamos». De más jóvenes,
ayudaban en casa a sus padres a cuidar la huerta, ya que siendo siete
hermanos «todos teníamos que hacer algo si queríamos comer». Aun así,
hasta hace poco no pensaban que se dedicarían ambas como oficio a ello.
Amaia estudió magisterio y trabajó en una fábrica antes de decidirse por
acompañar a su hermana gracias al programa Gaztenek del Gobierno Vasco y
a las diputaciones territoriales.
El Ejecutivo vasco, a través del departamento de Desarrollo Económico
y Competitividad, aportó una inversión de 7,5 millones para incentivar
una agricultura más sostenible, ayudar a las explotaciones ganaderas
menos intensivas y promover el desarrollo de la horticultura vinculada a
la tierra. En ocho años han sido más de 450 los jóvenes que se han
sumado al sector agrario, entre ellos Amaia y Nerea, de 30 y 40 años
respectivamente, que vieron que era el momento adecuado para iniciar su
aventura. «Lo que está claro es que el que se mete a hacer agricultura
ecológica lo hace porque le gusta, ya que es un trabajo que exige un
gran sacrificio», describe Nerea. «Aquí no hay días libres, trabajamos
según el calendario biodinámico y cuando los días son más discontinuos
tenemos algo de tiempo libre, pero lo aprovechamos para hacer papeleos o
lo que nos toque», añade Amaia.
En sus tres años como productoras, Nerea y Amaia están comprobando
que la cultura de la agricultura ecológica está calando tanto entre
profesionales como consumidores, aunque desean «que los pequeños
productores recibamos las mismas ayudas que las grandes instalaciones».
Los ciudadanos cada vez le dan más importancia al consumo de
productos ecológicos. Según el último informe sobre consumo de la
empresa Nielsen, un 10% de los españoles compra más productos ecológicos
que hace un año, a pesar de que su precio sea más elevado. Nerea y
Amaia, por ejemplo, surten a 30 familias con sus productos. Confeccionan
cestas semanales a un precio no muy elevado para que las familias
tengan hortalizas frescas y ecológicas para cubrir sus necesidades.
«Hablamos con ellos, interactuamos mucho y confeccionamos al final
nosotros su menú y ellos nuestra cesta, somos una familia completa»,
concluyen. Los propios compradores acuden a la explotación a retirar sus
cestas y aprenden también de las técnicas y las costumbres del caserío.
«La sonrisa de un niño que saca una zanahoria de la tierra es difícil
de describir, igual que cuando ven las gallinas o juegan con los
perros», confiesa Amaia.
Agricultura y ganadería
Las hermanas Arzuaga apenas disponen de media hectárea para la
siembra de sus hortalizas ecológicas, aunque en el sector existen
productores con más terreno. Eneek calcula que el número de hectáreas
ecológicas alcanza las 2.627. En 2013, los tres territorios vascos
incrementaron sus cifras de superficie del cultivo, siendo Gipuzkoa la
que cosechó el mayor incremento con un 9%, frente a Araba (8%) y Bizkaia
(6%). De estas superficies el 59% corresponde a pastos, praderas,
forrajes y proteaginosas, el 20% a vid, el 6% a cereales y legumbres de
grano, el 6% a frutales, el 5% a otros cultivos y el 4% a hortalizas. El
cultivo de estas últimas ha crecido un 44% en el último año situándose
en las 104,4 hectáreas dedicadas al cultivo de hortalizas.
Pero debajo de la denominación de agricultura ecológica, también se
encuentra la ganadería. Menor en número, aunque de gran relevancia. El
número de explotaciones ganaderas en Euskadi se sitúa en 77 y una de
ellas, en este caso dos que se identifican bajo el mismo nombre, son las
de Gregorio Zuaznabar y Fermín Murua. Estos dos ganaderos forman
'Behieko Sabekoetxea', una marca de productos lácteos ecológicos
producidos con la leche de las vacas de los caseríos de ambos, situados
en Anoeta y Altzo, respectivamente.
«Desde hace casi 20 años nos decidimos por la ganadería ecológica,
aunque fue hace diez años cuando iniciamos esta aventura para hacer
nuestros propios productos», recuerda Fermín Murua. En su caserío tiene
22 vacas, varios terneros y 22 hectáreas para pasto con las que
alimentarlas. Ese es uno de los principios de la ganadería ecológica, el
de alimentarlas con los pastos de la propia instalación. Además,
existen otras normas implícitas, como el no poder tener más de dos vacas
por hectárea de terreno, no utilizar ningún abono sintético para el
pasto, la prohibición de usar herbicidas, que el ganado tenga la
posibilidad de andar libremente por la cuadra y un uso muy limitado y
concreto de medicamentos para el ganado. «En definitiva es una cultura
que creemos que es la acertada y cada vez más consumidores se interesan
por ella y por nuestros productos».
Los productores de Behieko hablan de la fidelización de la clientela,
del impulso al sector que parece haber llegado definitivamente por
parte de las instituciones y la conciencia que se va generando en torno a
los productos ecológicos. «Nos damos cuenta de que la relación entre
productores y consumidores está funcionando y las instituciones han
mostrado su voluntad de seguir profundizando en esta línea. Ambas cosas
nos dan mucha confianza a los productores ecológicos para seguir
adelante», detalla Murua.
Esa evolución también tiene su reflejo en los resultados a final de
año. El crecimiento de la facturación del conjunto de los operadores
ecológicos de Euskadi durante 2013 creció un 30% respecto al año
anterior, alcanzando los 13 millones de euros.
El informe
"¿Quién se beneficia con los cultivos transgénicos?" revela que el 90%
de los cultivos transgénicos se encuentran en solo seis países,
Estados Unidos, Argentina, Brasil, India, Canadá y China, y son
producidos solamente por el 1% de los agricultores del mundo.
Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 02/05/2014, 10:17 h | (1282) veces leída
Un nuevo informe publicado hoy por Amigos de la Tierra
Internacional señala que el número de países que cultivan transgénicos
se está reduciendo. Polonia y Egipto fueron los últimos países en
suspender la producción de cultivos genéticamente modificados [1].
El
informe "¿Quién se beneficia con los cultivos transgénicos?" revela
que el 90% de los cultivos transgénicos se encuentran en solo seis
países, Estados Unidos, Argentina, Brasil, India, Canadá y China, y son
producidos solamente por el 1% de los agricultores del mundo. Un
análisis de las cifras publicadas por la industria demuestra que el
supuesto aumento de la producción de cultivos transgénicos que tuvo
lugar en 2013 se limita a estos seis países [2].
Asimismo cada
vez hay una evidencia mayor de que las variedades transgénicas no
suponen una solución al problema del hambre o del cambio climático. Al
contrario, los transgénicos cultivados actualmente en el mundo agravan
ambos problemas. El 90% de los cultivos transgénicos disponibles en el
mercado han sido modificados para ser tolerantes a herbicidas, lo que
tiene como resultado un aumento desmedido del uso de estos agrotóxicos.
Países como Estados Unidos, Argentina y Brasil, los mayores
productores de transgénicos del mundo, son testigos de una tendencia
del uso creciente de herbicidas sintéticos. En Estados Unidos, el 49%
de los agricultores denuncian tener problemas con malezas resistentes a
estos herbicidas [3].La Comisión Europea podría autorizar
próximamente una nueva variedad de maíz transgénico. Se trata del maíz
1507 propiedad de Pioneer Hi-Bred, y sería el primer cultivo tolerante a
herbicida autorizado en la Unión Europea [4]. “Hay una amplia y
negativa experiencia en torno a estos cultivos; la aplicación desmedida
de herbicidas tóxicos está causando problemas graves a la salud de las
personas y el medio ambiente. La UE tiene que apostar por una
agricultura que fomente la biodiversidad y proporcione alimentos sanos”,
ha afirmado Blanca Ruibal, responsable de Agricultura y Alimentación
de Amigos de la Tierra.
En la Unión Europea, la producción de
maíz MON 810, propiedad de Monsanto, única variedad transgénica
autorizada, disminuyó en Portugal, Eslovaquia y República Checa. Solo
en España se produce una cantidad significativa de transgénicos, pero
el baile de cifras en torno a la superficie indica que el área
cultivada con maíz transgénico podría ser en realidad de unas 70.000
hectáreas, la mitad de lo que publicitan el gobierno y la industria
[5].
En todo el mundo, los expertos reclaman un cambio hacia
métodos de producción agroecológicos para hacer frente al hambre y
producir alimentos sin poner en jaque los recursos naturales escasos.
Se ha demostrado que estos métodos duplican el rendimiento de la
producción en África y combaten las plagas con eficacia [6].